Árbol de la Vida y el Proceso Creativo

Hablar del Árbol de la Vida es hablar del universo contenido en una imagen que resulta sagrada y al mismo tiempo tan lógica y comprensible. 

Para empezar a hablar del Árbol de la Vida es importante hacer referencia brevemente a la Kabbalah, que es la filosofía mística del judaísmo que estudia la posición del hombre en el mundo y su relación con Dios.  La palabra Kabbalah viene del verbo lekabel que significa “recibir”.  Nuestro deseo de recibir la esencia de la vida, todo lo que tiene para nosotros y por lo tanto, aquello que hace posible que entreguemos también.

El Árbol de la Vida representa la imagen holográfica de la creación. Compuesto por diez Sefirot (Sefirá en singular) o emanaciones divinas, cada una representa una cualidad divina y humana. Luego, veintidós senderos unen esas Sefirot, las veintidós letras del alfabeto hebreo, cada letra en sí un arquetipo de nuestra psique y su expresión en el mundo. 

Por otro lado, también podemos comprender el proceso creativo según se describe en Kabbalah como la espada de fuego. En la que el fuego creativo de Dios, de la nada, del infinito entra por la Sefirá superior y desciende como una llama hasta llegar a la tierra, al Reino donde se convierte en realidad.  Por eso decimos que “El Cielo ha tocado la Tierra” cuando trabajamos conscientemente el proceso creativo en el Árbol de la Vida.

Todo lo que existe ha pasado por este proceso creativo.  Imagina por un instante la silla en la que estás sentado, el lápiz que tienes en la mano, el libro que estás leyendo.  A alguien se le ocurrió una idea, una inspiración que se traduce en intención desde el mundo espiritual.  A partir de ese momento comienza a descender a través de las Sefirot y los senderos del Árbol de la Vida.  En el mundo espiritual de las tres primeras Sefirót, la sabiduría y la inteligencia llevan a tomar una primera decisión.  La decisión de “sí o no” continuamos… la idea y la intención de crear una silla, un lápiz o escribir un libro es clara.

A partir de un “si” en el mundo espiritual pasamos al mundo mental, en el que las ideas se agolpan, la tormenta de imágenes y posibilidades es infinita y entonces llegamos al momento de definir qué forma tendrá esa silla, ese lápiz, cuál es el tema del libro y finalmente, nos sentimos felices de saber que ya nuestra idea, siempre conectada con la intención, es clara, y podemos descansar. 

En el mundo emocional nos dedicamos a compartir entonces las ideas, a trabajar en cómo será la silla, en cómo será ese lápiz, comenzamos a escribir ese libro, con las ideas claras y precisas.  Pasamos las últimas pruebas y sabemos que nuestro proyecto está a punto de nacer, esta es la etapa en que el prototipo de la silla o del lápiz está listo, el libro está en la editorial.

Finalmente, en el mundo físico o de la acción, el cielo toca la tierra, la silla es producida, el lápiz es seriado y el libro ya está publicado.  En esta etapa soltamos, como soltamos a nuestros hijos para ser la mejor versión que pueden ser de sí mismos.  Lo que sucede a partir de ahora es otro Árbol de la Vida, otro proceso creativo… quizás de comercialización, o de venta, o de promoción, o simplemente algo diferente.  Cambia, toda creación nace y se transforma para ser exactamente lo que tiene que ser.

Nosotros solo somos canales de la expresión del espíritu en la tierra.

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